Hace ya unos años, con motivo de un congreso de magnetismo, pasé 4 días en Dublin. Además de asistir a las sesiones científicas, que tuvieron lugar en el Trinity College, un lugar de tradición científica a la altura de Oxford y Cambridge, aunque a escala reducida, tuve tiempo de visitar rápidamente otros puntos característicos de la ciudad, incluyendo la ruta que recorre Leopold Bloom en el Ulysses de Joyce, el castillo, la zona del Temple, el puente de medio penique, la estatua de Molly Malone y algún otro lugar como el “Merrrion Square Park” donde se encuentra un monumento curioso, una estatua de Oscar Wilde hecha de piedras de varios colores, y el “St. Stephen’s Green”.
En una esquina de este último, está el Shelbourne, el hotel más clásico y elegante de Dublín, con sus tradicionales meriendas (“afternoon teas”), a 55 euros por persona la “clásica” y a partir de 75 euros si incluye champán. En su puerta encontré unas conocidas de mi niñez, que aún siguen en la entrada al parque de la Reina María Cristina, en Algorta. Son dos estatuas de una joven egipcia sujetando un farol en forma de antorcha con las manos extendidas sobre su cabeza. En Dublín estaban acompañadas de otras dos estatuas de jóvenes con distinto tocado, que no se de dónde saqué la idea de que eran hebreas (alguna reminiscencia bíblica quizá). Dado su carácter frío y metálico, no pude entablar conversación con ellas para preguntar qué les había traído por Dublín.
Lo que hice fue consultar, de vuelta a Algorta, con mi amigo, el arquitecto Mikel del Val, que había renovado, hace ya unos 35 años, toda la Avenida Basagoiti, en cuya parte central están precisamente las estatuas egipcias. Entonces se había encargado al escultor José Luis Butrón una copia de una de ellas para colocarla al final de la Avenida, en la pequeña plaza triangular que la une a la calle San Nikolas, cerca de Cuatro Caminos. Éste era el punto de partida de la tamborrada de la víspera de San Ignacio, que daba comienzo a las fiestas de Algorta. Lamentablemente, dado que el material de esta última estatua era menos resistente que la fundición, ha sido vandalizada y ya no preside a la juventud, que acude de todas partes a las fiestas de Algorta.
Mi amigo no pudo darme información sobre el origen de las estatuas, aunque sí me comentó que la localización actual no era la primitiva, sino que, al menos una de ellas, había estado antes en la plaza de San Nikolas. La cosa quedó en un limbo.
Pero recientemente me han regalado una novela de Benjamin Black, «Quirke en San Sebastián». Tanto el autor (un seudónimo de John Banville) como el personaje de la novela son irlandeses y en ella aparece, además de hotel de Londres y de Inglaterra de San Sebastián, el Shelbourne de Dublín. Leyendo la novela se me despertó, pues, la memoria de nuestras amigas algorteñas flanqueando la puerta del hotel en Dublín y me puse a buscar en internet. Pronto encontré algo sobre las estatuas del Shelbourne.
Según un artículo del Irish Times de julio de 2020, el Hotel Shelbourne había retirado recientemente dos estatuas de esclavas que han estado en la fachada del hotel durante los últimos 153 años. La gerencia del hotel dijo que había tomado la decisión de retirar las piezas, a la luz de los acontecimientos mundiales y el movimiento Black Lives Matter, que llama la atención sobre el legado de la esclavitud en todo el mundo.
Pero hubo protestas, pues la fachada del hotel era una estructura protegida y la eliminación de las estatuas sin permiso podía constituir una infracción. El ayuntamiento de Dublin declaró que: “no estaba al tanto de que se hubiera otorgado permiso para retirar las estatuas en cuestión”.
Entonces se recurrió a un académico: Kyle Leyden, profesor de historia del arte y la arquitectura en la Universidad de Londres, quien afirmó que: …la culpa de clasificar las estatuas como esclavas podía provenir de la novelista Elizabeth Bowen, quien las describió como “de aspecto nubio; sosteniendo una lámpara en forma de antorcha. Dos de las cuatro son princesas; dos son esclavas”. Esa descripción se publicó en su libro de 1951 sobre el Hotel Shelbourne y no se basa en una investigación académica sólida. No hay ninguna fuente para justificar la mención a la esclavitud, salvo la propia imaginación romántica de Bowen coloreada por su conocimiento de los tópicos literarios orientalistas del siglo XIX. Sin embargo, esta referencia se ha repetido hasta la saciedad desde entonces.
Leyden señaló también que el arquitecto que diseñó la fachada de Shelbourne, John McCurdy, habría adquirido las cuatro estatuas a través de un catálogo francés, que se publicó a finales de la década de 1850. Las estatuas fueron diseñadas y esculpidas originalmente por Mathirin Moreau, quién en 1849 se asoció con la fundición Val d’Orsne a la que proporcionó modelos que fueron fundidos y producidos en masa, para venderlos a arquitectos que no podían permitirse una obra original.
Leyden añade: Viendo el catálogo de la fundición, está claro que McCurdy ordenó dos estatuas modelo «Égyptienne» para las puertas delanteras del hotel, y otras dos del tipo «Négresse» para cada extremo de la fachada principal. La palabra “Négresse”, en la Francia de mediados del siglo XIX, significaba mujer de origen africano, pero no del norte de África (es decir, eran lo que nosotros llamaríamos sub-saharianas). El catálogo pues, las etiqueta claramente como mujeres egipcias y africanas respectivamente, no como esclavas. Si las estatuas tenían la intención de representar esclavas nubias, se habrían clasificado como tales, porque éstas estaban de moda hacia 1860. Sin embargo, las estatuas de esclavos eran generalmente desnudos representados en actitudes de servidumbre, mientras las estatuas del Hotel Shelbourne son de mujeres bien vestidas en una pose ilustrada.

Candelabros “Egyptienne” y “Négresse”, según el catálogo de la fundición Val d’Orsne
Al parecer el asunto se acabó arreglando con esta “investigación”, pues otro artículo de septiembre en el mismo periódico relataba que: Los propietarios del Hotel Shelbourne van a reinstalar cuatro estatuas que fueron retiradas por la creencia errónea de que dos de ellas eran representaciones de esclavas. Las estatuas se devolverán a sus pedestales una vez que se limpien, eliminando capas de pintura. Su restauración incluirá una placa explicativa de sus antecedentes. No he tenido ocasión de estar en Dublín después de 2020 para comprobar que las estatuas han sido repuestas y leer la placa explicativa, pero me encantaría.
Lo anterior parece que aclara también el origen de nuestras estatuas algorteñas, que en ningún caso pueden confundirse con esclavas, pues, a lo sumo, serían de “princesas” egipcias. Lo que no aclara es cómo llegaron a donde están. Buceando de nuevo, ayudado por los datos recabados en el Irish Times, llegué a un blog de Getxo donde se aclaran parcialmente las vicisitudes de nuestras egipcias. Éste es el enlace, que se aconseja visitar:
http://getxosarri.blogspot.com/2015/05/la-fuente-de-san-nikolas-y-las.html
Resumiendo su contenido, una de las estatuas estaba coronando la fuente pública en medio de la plaza de San Nikolas tras su remodelación, sobre 1871, pero desapareció de allí al derribar las escuelas en 1910, dando lugar a protestas por: …privar de tan imprescindible liquido a una importante vecindad y concurrencia pública… de la entonces “Plaza de la Constitución”.
La otra estatua (¿o la misma?) estuvo en la plazuela de las Arenas, frente al puente colgante, al menos en 1919, fecha en la que hay un documento gráfico. Desaparece tras los bombardeos de la guerra civil, pues ya no está en una foto de 1939. No consta cuándo se instalaron las dos juntas en el parque de María Cristina.
Como colofón, os copio la letra de una canción (cubana) que me cantaba mi abuelo cuando me llevaba al parque. Mi abuelo hizo la mili en Madrid, en época de la regencia de Mª Cristina durante la que tuvo lugar la guerra de Cuba, de la que él debió librarse por los pelos.
La canción dice así:
María Cristina me quiere gobernar
Y yo le sigo, le sigo la corriente
Porque no quiero que diga la gente
Que María Cristina me quiere gobernar

Parque de Maria Cristina en Algorta
Muy interesante y amena explicación, siempre me había preguntado por el origen de unas estatuas tan exóticas en un lugar tan nuestro.
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Suscribo lo dicho por Nieves y a mí también me había parecido curioso de dónde habrían salido
Gracias, Manu!
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