¿De quién es la culpa de la pandemia? Mía no, desde luego. ¿O quizá en parte si? Trump la achaca a China (por comer animales crudos o directamente por fabricarlo en un laboratorio) e incluso a la OMC. Otros la achacan a Trump (USA también tiene laboratorios de guerra biológica). Si leemos las noticias, todo el mundo se la achaca a sus adversarios ideológicos o económicos. Los veganos(1) a los comedores de carne. El World Wild Found(2) a la pérdida de biodiversidad y al cambio climático. La Europa del norte a la incompetencia de los gobiernos del sur: italiano y español por ahora. Ya hay quien achaca la pandemia al capitalismo en general y vaticinan la caída del mismo (¿para sustituirlo por el comunismo?). Otros culpan a la monarquía, o a las autonomías, o al centralismo. No parece que las repúblicas (Italia, Francia, o China) funcionen mejor que las monarquías (Suecia, Holanda, Reino Unido) ni las autonomías (Italia, Alemania) que el centralismo (Francia). Aquí más cerca, el gobierno español la cargó a los recortes de asistencia médica del PP en la anterior crisis económica. Torra a los españoles en general (hay que cerrar la «frontera» para que no infecten a los catalanes).
Todo el mundo arrima el ascua a su sardina y trata de pescar en el río revuelto por el virus. Y probablemente seguirán mientras crece el número de muertos, se va hundiendo la economía y se extiende la pobreza. En tiempo de crisis sale lo mejor y lo peor de cada uno. Estos días el egoísmo general y particular, que es de lo peor, aflora por todas partes. Algunos ejemplos:
– La tentación del autócrata. La república romana instituyó la figura del dictador para casos de emergencia. A César se le subió el cargo a la cabeza y acabó como acabó. Autócrata se nace, sólo que hay quien además los vota y los pone en situación de alcanzar sus ambiciones. No es una tendencia de derechas (Hitler, Musolini, Trump, Jonson, …) ni de izquierdas (Stalin, Mao, Pol-Pot, Maduro, …). En Hungría y Polonia sus dirigentes están tratando de aprovechar para recortar derechos civiles. En España, Sánchez y su alargada sombra tienen la misma tentación, claro.
– Las autonomías, que en España podrían suavizar al menos algunos despropósito del poder central (como quizá están haciendo en USA los gobernadores de ciertos estados), no parece que funcionen en ese sentido y, en algunos casos, derivan (alguna ya había derivado antes) en el síndrome del «aldeano arrogante»(3) sin más interés que despreciar a los demás y sacar provecho político y económico para su grupo y terruño.
– La ciencia (con minúsculas pues no tiene carácter de verdad absoluta desde hace tiempo) se expresa por medio de «expertos» aunque sin mucho consenso pues aquí también cada uno tira para sí. La verdad es que la medicina y la biología molecular han tenido avances espectaculares en los últimos tiempos, pero es muy difícil predecir algo concreto en un problema con tantas variables como el actual, y sobre todo con datos de partida muy discutibles. Por eso hay resultados para cada gusto y egoísmo.
Claro que, incluso en el caso de unas predicciones ampliamente admitidas por la mayoría de los «expertos», la ciencia solamente puede dar indicaciones de lo que pasaría tomando unas decisiones e implementando unos recursos u otros. Las decisiones no son científicas, son políticas. La ciencia mostró, en Álamo Gordo, los efectos de la bomba atómica. La decisión de utilizarla en Hirosima y Nagasaki fue política y como tal se juzgó después de la guerra. Y así deberán juzgarse las decisiones tomadas durante la pandemia, que va a alcanzar un número de muertos superior a la bomba.
Esperemos que al acabar esta situación de crisis tengamos la serenidad de replantearnos los recortes de derechos civiles, el papel de las autonomías y la función y alcance de la ciencia, entre otras cosas.
3) arrogant adj.: Que mostra un sentiment d’orgull, que menysprea els altres: És una d’aquestes persones arrogants que no escolten ningú. SIN: ALTIU, ALTERÓS
Creo que las pandemias no son culpa de nadie genéricamente, aunque es posible que si se realiza experimentación con fines científicos y/o militares/estratégicos es obvio que hay un riesgo. Los seres humanos del siglo XXI deberíamos de asumir que no hay vida sin riesgo (sobre todo los que vivimos acomodados en los países «desarrollados»).Y, claro, no me refiero al riesgo de montar en moto, subir un 8000 m o hacer «puenting».
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