Los premios Darwin y la estupidez masculina

Podría parecer, a primera vista, que un premio llamado Darwin fuese otorgado a investigadores sobre la evolución, que destacasen por sus aportaciones. ¡NO!, los premios Darwin se otorgan a las personas que han producido su propia muerte, o al menos su esterilización, de una forma particularmente estúpida, eliminando así sus genes (estúpidos) del acervo común de la humanidad. Se supone que así han colaborado con la evolución de la especie humana, mejorando sus genes, y por eso se les otorga el premio.

Como para ganar un premio Darwin, los posibles candidatos deben liquidarse a sí mismos, la mayoría de los premios son póstumos, aunque hay premios a algunos supervivientes que han quedado estériles, pues también así han eliminado sus genes de la circulación. Pero no cualquier estupidez vale para ser candidato a un premio Darwin, aparte de ser incapaces de reproducirse, es decir, haber terminado muertos o estériles o incapaces de usar sus órganos sexuales. los candidatos deben cumplir otras condiciones:

– La estupidez del candidato debe ser especialmente acusada y original. Esto proporciona a los premios un cierto toque de humor. Morir por fumar en la cama no se considera premiable, pero morir en la cama de un hospital después de que te hayan aplicado un ungüento inflamable y te hayan dicho específicamente que no debes fumar, ayuda para ser candidato a un Darwin.

-Autoselección. Matar a un amigo o a espectadores al intentar, por ejemplo, manipular un explosivo, no se considera aceptable, pero matarse a sí mismo mientras intenta fabricar un sistema para limpiar la chimenea utilizando una granada de mano, está bien valorado para ser admitido como candidato.

– Hay que tener edad para conducir de forma legal, estar en su juicio y no sufrir ningún trastorno mental. Esto es difícil de confirmar en algunos casos, como aquel paquistaní que se presentó voluntario para que su maestro sufí le matase y le resucitase después y demostrar así sus poderes. Aunque el sufí solo cumplió la primera parte, no se aceptó la candidatura por haber dudas de que el individuo cumpliera la condición de no sufrir ningún trastorno mental.

– El suceso tiene que estar verificado, es decir comprobado por una fuente fiable. Las leyendas urbanas y los relatos sin confirmar se excluyen directamente.

– Otro criterio que elimina a un candidato es que se mate a sí mismo solamente con el (¿honroso?) propósito de conseguir un premio Darwin.

Aunque no pudieron acceder al premio, se han concedido algunas menciones de honor, como la de un sujeto que quiso suicidarse ingiriendo píldoras de nitroglicerina e intentó luego que explotaran en su interior, corriendo y chocando contra una pared.

También algunas menciones de honor a gente que merecería haberlo ganado, pero ha sobrevivido con su capacidad reproductiva intacta. Uno de ellos era un californiano que acopló cuarenta y cinco globos meteorológicos llenos de helio a su tractor cortacésped, cogió unos sándwiches, unas cervezas y una pistola de balines para disparar a los globos cuando quisiera descender. Pidió a un amigo que cortase la amarra, y el artilugio salió despedido hacia arriba como la bala de un cañón. El cortacésped volante alcanzó una altitud de cuatro mil novecientos metros e invadió el corredor de entrada al aeropuerto de Los Ángeles, donde varios pilotos avisaron a la torre de control. Tras pasar catorce horas en un ambiente gélido, consiguió descender con su capacidad reproductiva casi intacta, pero tuvo que abonar una multa de mil quinientos dólares por haber invadido el espacio aéreo bajo control.

Las diferencias entre hombres y mujeres, tanto en mortandad como en admisiones en los servicio de urgencias, son bien conocidas. Entre las causas están los daños fortuitos, las lesiones haciendo deporte o los accidentes de tráfico. Algunas de esas diferencias entre sexos pueden ser debidas a factores culturales o socioeconómicos: los hombres participan más en deportes de contacto y de riesgo y la mayoría de los puestos de trabajo con posibilidades de sufrir un accidente están ocupados por hombres. Pero hay otra posible explicación: que los hombres seamos más idiotas, que tengamos una tendencia superior a asumir riesgos, a hacer cosas sin ningún posible beneficio y con una alta probabilidad de acabar mal, de hecho, muy mal.

Un estudio publicado en el British Medical Journal en diciembre de 2014 intentaba comprobar la llamada «male idiot theory» o teoría de la idiotez masculina. Según la cual muchas de las diferencias en los comportamientos de riesgo, las frecuencias de ingresos en servicio de urgencias o la mortandad en ciertas formas específicas, se podrían explicar con un sencillo postulado: los hombres (machos) somos idiotas y los idiotas hacen cosas estúpidas.

Los investigadores utilizaron los datos de los ganadores de los premios Darwin en los veinte años registrados, desde 1995 a 2014. La selección de premiados mencionados en el artículo es digna de repasar (ver las referencias). Mencionaré solamente un caso. Un terrorista envió una carta bomba sin suficiente franqueo y cuando le fue devuelta por el servicio de correos, la abrió sin pensárselo dos veces.

Al analizar los 413 nominados a los premios Darwin por sexo, eliminando los no comprobados, y los 14 que eran compartidos por un hombre y una mujer, normalmente parejas aventureras, quedaron 318 casos válidos, de los cuales, 282 eran hombres (88.7%) y 36 mujeres (11.3%). El resultado es perfectamente coherente con la hipótesis de partida: que los hombres somos unos majaderos y hacemos cosas estúpidas.

No sabemos por qué los hombres se comportan de una manera idiota con más frecuencia y mayor diversidad que las mujeres. Las diferencias pueden ser debidas a aspectos genéticos, psicológicos y también a hábitos de consumo como, por ejemplo, el alcohol. Sin embargo, no existen datos sobre consumo de alcohol en los nominados al premio Darwin, lo que hace imposible un análisis científico de esta variante.

Hay dudas sobre por qué los hombres toman esos riesgos innecesarios; puede ser un rito de paso, una forma de asombrar a los colegas y avanzar en la jerarquía del grupo, o que sea, simplemente, la respuesta habitual a esa frase de «a que no hay huevos…».

Presumiblemente, el comportamiento idiota debe proporcionar alguna ventaja selectiva, aún sin identificar, a aquellos que no terminen siendo víctimas de él. En realidad, no se sabe la razón, pero el artículo queda bien para comentar con unas cervezas.

Referencias y lecturas complementarias

– Este post está resumido de este otro, que podéis leer completo en: http://www.jotdown.es/2016/01/la-teoria-de-la-idiotez-masculina/

-El artículo citado: Lendrem BA, Lendrem DW, Gray A, Isaacs JD (2014) «The Darwin Awards: sex differences in idiotic behaviour». BMJ 349: g7094, se puede consultar en: https://www.bmj.com/content/349/bmj.g7094+

– Web de los Darwin Awards: https://darwinawards.com

– Darwin Awards en la Wikipedia: https://en.wikipedia.org/wiki/Darwin_Awards

Publicado por Manu Barandiaran

Profesor emérito de la Universidad de País Vasco

Un comentario en “Los premios Darwin y la estupidez masculina

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