3: Atenas «by night», Filopapu, cabo Sunio y otras cosillas
Para esta tercera crónica hay un poco de todo. Como ya adelantábamos en las crónicas 2, hemos visitado Ano Petrálona, es decir la parte alta de Petrálona, ya en las faldas de la colina de Filopapu (ver más abajo). La parte baja es Kato Petrálona. De aquí vienen los nombres de los electrodos: Cátodo (negativo) y Ánodo (positivo) ya que Kato + odos (calle o camino) indica bajada y Ano + odos= subida.
El restaurante (taverna) que recomendaba Petros Markaris en su libro está en un cruce de calles en que cada esquina tiene un restaurantito. Pegando a uno de ellos hay un teatro llamado Céfiro (KEFIRO). Muy buena atención y comida clásica: rollos de col rellenos de carne y cordero asado. Todo el barrio es parecido, buen ambiente, tranquilo, sin guiris y poco iluminado.
Otro día hemos estado en un sub-barrio del KERAMIKOS que se lama Gazi porque estaba allí la fábrica del Gas de Atenas (como en Bilbao) aquí hay mucho más ambiente de discotecas y gente joven, pero subsiste también muy cerca el clásico: la taberna Canella (canela) tiene muchos parroquianos tardíos pues pasamos primero sobre las 8-8:30 y creímos que era poco recomendable porque estaba vacía. Luego sobre las 9:30 ya había que buscar la mesa y a las 10 estaba abarrotada. Esta parece ser zona de homosexuales, aunque no se nota mucho. La fábrica de gas la han conservado y está iluminada por la noche de varios colores y dentro hay exposiciones y eventos diversos. Lo llaman «Tecnopolis».
El sábado nos invitó a su casa un postdoc que hemos tenido en Bilbao hasta hace poco: Vasileios Alexandrakis (AKA: Vasilis) que acaba de tener una niña. Su mujer es profesora de griego clásico y moderno (y de más cosas) en un instituto y nos preparó una super-comida, como les gusta a los (y las) griegos. Que tiene que sobrar mucho, si no es que no han cocinado suficiente. Caterina, que es como se llama, tiene algún amigo que conoce a Petros Markaris. Nos prepararán una cita con él cuando volvamos. Nos dijeron que varios escritores, entre ellos Markaris, se suelen reunir a tomar café (qué otra cosa) en un bar cerca de donde vivimos, el Filion. pasé el domingo por la mañana pero no había nadie pues era pronto.
Vasilis nos llevó luego a ver un monasterio en el monte o colina Penteli (de donde se saca el famoso mármol blanco de Atenas, mármol pentélico) y a tomar un café en la cima, desde la que se ve todo Atenas iluminada.

María Eugenia y Vasilis en el monasterio de Penteli
El domingo fuimos por la mañana a la colina de Filopapu o de las musas. Está pegando a la Acrópolis. Allí arriba está el monumento a Musio, poeta al que debían inspirar las musas. La vista de la Acrópolis y de toda Atenas es estupenda y cubre 360º. Alrededor de la colina, en dirección a Monastiraki, había un rastro y los consiguientes puestos de recuerdos para turistas con una animación increíble. La verdad es que el tiempo era especialmente bueno y soleado y no se había quedado ningún ateniense ni turista en casa.

Atenas y la Akrópolis desde la colina de Filopapu
Después, por la tarde, el científico con el que estoy aquí, Dimitris Niarchos, nos llevó a ver el atardecer al Cabo Sunio. Este está justo en el extremo sur del Atica y tiene un templo a Poseidón en una colinita desde la que son famosas las puestas de Sol. Cuenta la leyenda que el rey Egeas de Ática había mandado a su hijo Teseo a Creta a luchar contra el Minotauro y había quedado en que si vencía volvería con velas blancas en señal de victoria. Teseo enamoró a Ariadne (la araña), que le dejó el hilo famoso para poder salir del laberinto, venció al Minotauro y salió del laberinto, pero en la alegría de la victoria, y probablemente por la cantidad de vino que se bebió (no se sabe qué hizo con Ariadne), se le olvidó cambiar la velas y volvió con las velas negras que llevaba al partir del Ática. Cuando el padre, que esperaba en cabo Sunio, vio las velas negras entendió que su hijo había muerto y desesperado se arrojó desde el acantilado (tipo la Galea) y murió. Desde entonces el mar lleva el nombre del rey: es el Egeo, claro!

Templo de Poseidón en el cabo Sunio
Este mismo Teseo era el que venció a las amazonas, y mató a su jefa Antíope (hija de Ares) de la que había sido amante. También hay otras versiones de esta guerra. La lucha contra las amazonas es el motivo de las metopas de un lado del Partenón. otras metopas describen la centauromaquia, la lucha entre los hombres (los lapitas más exactamente) y los centauros y la gigantomaquia. Parece que en todos los casos ganaron los hombres pues no veo que queden muchas amazonas, centauros o gigantes por aquí.
4: Atenas sórdida, okupa, pudiente y olímpica
Ya no quedan tantas cosas por ver, así que se empieza a rascar el fondo del puchero.
Petros Markaris pinta la zona entre Monastiraki y Omonia como de inmigrantes y droga. Efectivamente, detrás del mercado central con su «sala de la carne» bastante pintoresca (os mando una foto de la sección porcina) hay una serie de calles con nombres de los grandes exponentes de la civilización griega (Menandro, Sócrates, Sófocles, plaza del teatro, etc.) que están ahora vacías de griegos y abarrotadas de inmigrantes orientales. El teatro por ejemplo está quemado desde hace tiempo, pero no parece que lo vayan a arreglar. Hay bazares chinos a mogollón y cantidad de hindúes y asimilados que llenan las calles, al menos el sábado por la tarde que fui a visitar la zona. Además el trapicheo es descarado. Me ofrecieron algo pero como no entiendo griego pues no me atrevía comprar, y ni siquiera a sacar el móvil para echar unas fotos del ambiente, por si acaso. El conjunto es bastante sórdido y no lo recomiendo a las señoras (yo fui solo), pero no es muy extenso. Omonia ya es un caos de tráfico y la presencia de inmigrantes se diluye bastante en el barullo general.

Puesto de carne de cerdo en el mercado central
Una curiosidad no lejos de esta zona, en la calle Eurípides, es la capillita de San Juan de la columna. Una barraquita construida en el interior de un patio, a la que una columna romana de mármol le atraviesa el techo y muestra su capitel corintio desnudo por encima.
El domingo hemos estado en una misa ortodoxa cerca de casa, en Agios Dionisos (San Dionisio) en la calle Skoufa, una de las más pijas del centro, tipo Serrano. El obispo, revestido de casulla roja bordada en oro, predicaba con excelente dicción apoyado en su báculo de plata. cuando entramos (un poco tarde la verdad). Como tampoco esta vez se entendía nada yo me salí, pero Mª Eugenia le aguantó hasta el final, y asistió a la comunión y los cánticos que debieron de ser muy espectaculares. Luego nos enteramos de que tampoco los fieles entienden lo que dice el predicador, pues la iglesia habla siempre en griego clásico (como hablaba en latín la católica en nuestra infancia).
Siguiendo por la calle Skoufa, llega un momento en que se pasa por delante de la Universidad de Atenas (Panepistemio Athinon), con la fachada llena de carteles, grafitti y suciedad en general. Se nota que allí reina el alumnado, poco motivado para el «orden y progreso» de Compte y más para la protesta y la polémica, en nuestra acepción claro, pues tenemos cerca de casa el «Polemiko Museio», que es el museo de la guerra. Los estudiantes no llegan a tanto. La manzana siguiente al Panepistemio es ya zona Okupa, con basura y ruinas bastante abundantes, aunque decoradas con grafitti anticapitalistas y revolucionarios. Os paso una foto del sitio.
Luego seguimos andando hasta la estación Victoria, donde tomamos el metro hasta el final de la línea 1, en la parte opuesta al Pireo. La última parada es Kifisiá, que cae por donde tenían los reyes el palacio de verano y alrededor del cual se ha ido construyendo casas de industriales y comerciantes de bastante poder adquisitivo, por lo que ahora es el Neguri de Grecia. No tiene mucho que ver pues es simplemente zona residencial de lujo. Sin embargo el contraste entre la zona de droga detrás del mercado, Skoufa, los okupas y Kifisiá es muy chocante.

Zona okupa cerca de Panepistemio
Una estación cercana a Kifisiá, la de Irini (Irene= paz) es la que da acceso al complejo olímpico de 2004, construido por Calatrava que aún no se ha caído. La zona es inmensa y está un tanto descuidada, pero había alguna gente corriendo, patinando y andando en bici. También las piscinas descubiertas, que se pueden ver, están cuidadas y parece que se usan (no en invierno, claro). En todo caso el panorama que deja produce una cierta tristeza por la desmesura y su escasa utilidad una vez acabados los juegos. Recuerdo sin embargo que en Pekín o Beijing, como queráis, la zona olímpica tenía más ambiente y se frecuentaba para espectáculos en el estadio, congresos en la zona adyacente, y para pasear con niños incluso. Claro que cuando estuvimos en Pekín era verano. A saber cómo está ahora en diciembre!
5: Dos pequeños museos, Santorini, una audición histriónica, mezédes y tsipuoro
A punto de volver a Bilbao, os paso la última crónica de Atenas, hecha de retazos.
Los innumerables museos de Atenas tienen algunos hermanos menores como el «Polemiko museion» del que os hablaba en la crónica anterior. Como está cerca de casa, avenida reina Sofía, lo he ido dejando para el final y por poco me quedo sin verlo, pero tiene cierto interés. Hay todo tipo de armas, desde la hachas de piedra del paleolítico hasta un F-104 Starfighter. Por supuesto salen la «hermosas grebas» de los aqueos y la cólera de Aquiles, la falange macedónica (ver foto) de Megalou Alexandróu, lord Byron y Kolokotroni.

La falange macedónica
Otro museíto muy cercano es el de tecnología antigua griega. Está en la calle Pindarou y tiene muchas máquinas hidráulicas, un robot que servía vino (mezclado con agua como era costumbre) al ponerle una copa en la mano, un dispensador de agua que funciona echando una moneda, etc. Otras máquinas son más mecánicas como la ametralladora de flechas tipo ballesta (Polybolos), la grúa-gancho de Arquímedes para hundir los barcos atacantes, astrolabios, planetarios, etc. Destaca el apartado de Hipócrates de Kos, que incluye una sierra circular para trepanaciones del cráneo, una jeringa y un «speculum vaginalis» una especie de fórceps de tres brazos para ver dentro y, eventualmente tratar abscesos de útero.
El «finde» pasado fuimos a ver Santorini. Esta isla pertenece a las cíclades con un cráter de volcán justo en frente de la capital (Fira) y que es muy famosa como lugar de vacaciones. La pena es que ya en diciembre la temporada está acabada y no quedan mas que unos pocos chinos (visitantes y restaurantes abiertos). Algunas cosillas resultan curiosas. La isla está llena de gatos, pero había una librería graciosa que anunciaba «hire a cat, only 5€». Los chinos parece que aprecian mucho casarse, o al menos sacar fotos de boda, en Santorini. Incluso con la isla prácticamente cerrada ya coincidimos con una pareja vestidita de blanco sacándose fotos con iluminación y todo.

Puesta de sol desde el hotel en Santorini
Luego este miércoles fuimos, aquí cerca también, a un recital del «Winterrreise» de Schubert. Mi impresión era que típicamente el poema lo canta un tenor estático, con profundo sentimiento por el amor deshecho. La sorpresa fue que esta vez el tenor (un griego y no Fisher Discau) daba saltos, levantaba los brazos al cielo, golpeaba las columnas. se mesaba los cabellos (o lo que le quedaba de ellos) se tiraba por el suelo, etc. El conjunto era pues una mezcla de desesperación interior alemana y tragedia griega exteriorizada, acompañada de piano en lugar de la cítara.
El viernes, de despedida, Vasilis, el postdoc que ha estado 2 años en Bilbao con nosotros, nos llevó a un café típico (Trígonos) donde se bebe tsipouro (orujo griego, mayormente de Creta) y se toman tapas (Mezé-des). Parece que lo de las tapas es simplemente para empapar un poco, pues el tsipouro tiene 42º, pero estaban riquísimas, así que pedimos otra botellita para acabar las tapas (no os asustéis, las botellas son solamente de 200ml). Por fin no ha sido posible ver a Petros Markaris, que debe de estar ya bastante mayor, a pesar de los esfuerzos de Vasilis. Una pena.
FIN de las crónicas atenienses