Memorias de la Route 66: 12 (de Flagstaff a Las Vegas)

Esta entrada la voy a dedicar a un par de curiosidades de Flagstaff (el ferrocarril y el observatorio Lowell) y al camino hacia Las Vegas, atravesando el río Colorado por la presa Hoover, una obra de ingeniería excepcional que fue decisiva para la prosperidad del sur de California. Es, pues, una entrada parcialmente técnica. Los amantes de viajes, paisajes y curiosidades humanas puede que se aburran, pero también he incluido un poco de eso.

Trenes: En Europa, la longitud máxima permitida para los trenes de carga es de unos 750 metros, pero en Estados Unidos, los trenes de carga tienen, en promedio, unos 2 km, y en Flagstaff son comunes los trenes de 3 kilómetros (o más), ya que la ciudad se encuentra en la ruta transcontinental del sur (Southern Transcon) del ferrocarril Burlington Northern y Santa Fe (BNSF), una de las mayores empresas ferroviarias de Norteamérica, dedicada al transporte de mercancías, que se formó en 1995. El Southern Transcon es un importante corredor de carga intermodal [1]  que conecta los puertos de la Costa Oeste con el Medio Oeste, y por el que pasan diariamente unos 100 trenes. Es el equivalente ferroviario de la Route 66. En este corredor, muchos de los convoyes son largos trenes de contenedores, o de manifiesto [2], es decir, formado por vagones mixtos (vagones de caja, vagones cisterna, tolvas, vagones planos, góndolas, vagones frigoríficos, piggyback [3], etc.), que transportan una gran variedad de mercancías.

Un tren de contenedores de BNSF, llegando a Flagstaff tras atravesar las Rocosas

BNSF opera trenes más largos que otros ferrocarriles de carga, y suelen superar las 2 millas  (3,2 kilómetros) de longitud. Uno de estos trenes puede tener más de 150 vagones y llevar 5 o 6 locomotoras, con un total de 22.000-26.000 caballos de potencia, para poder atravesar las montañas Rocosas. Con esas dimensiones pueden tardar entre 15 y 20 minutos en pasar por un punto, como, por ejemplo, el motel en que nos alojábamos. No todos los trenes que pasan por Flagstaff son tan largos pues si lo fueran, tardarían 26 horas al día en pasar, pero eran muy ruidosos y, claro, no se dormía mucho, porque nuestro motel, el Best Western Pony Soldier Inn & suites, estaba separado de las vías del tren, únicamente por la vía de servicio de la interestatal 40, que coincide con la histórica R-66. (ver la figura)

Vista de Google Maps de nuestro motel (la marca roja a la izquierda) y la vía del tren en Flagstaff. Lógicamente, en el momento de sacar la foto, había un tren pasando, como en casi cualquier otro momento. Es la línea blanca de trazos que corresponde a los vagones. La locomotora, casi negra, se ve en el extremo izquierdo.

La noche del día 5, a la vuelta del Gran Cañón, fuimos a cenar a un restaurante que estaba al otro lado de las vías. Cruzar el paso a nivel llevó cierto tiempo y, a la vuelta parecido, por lo demás, Flagstaff tampoco tiene muchas distracciones. Ver pasar el tren es una de las principales.

El observatorio: Bueno, hay un sitio digno de visitar en las afueras de Flagstaff: el observatorio Lowell. Fundado por Percival Lowell en 1894. Lo vi al día siguiente, el sábado 6 de agosto, antes de salir de nuevo para Las Vegas. Aparte de seguir siendo un observatorio astronómico, es ahora una especie de museo o “centro de interpretación” como se suele decir.

El observatorio Lowell en Flagstaff (foto de Google Earth)

Tras graduarse en Harvard, en 1894, Lowell decidió dedicarse al estudio de Marte y la astronomía. Siendo rico e influente, fundó el observatorio que lleva su nombre. Flagstaff, con una altitud de más de 2.000 metros, muy pocas noches nubladas y lejos de las luces de las ciudades, era un sitio excelente para observaciones astronómicas. ¡Además, tenía cerca el ferrocarril! Ésta fue la primera vez que se construía un observatorio en un lugar remoto y elevado para tener una visibilidad óptima. En 1896 Lowell contrató a unos famosos fabricantes de telescopios, para construir un espectacular telescopio refractor de 24 pulgadas (unos 60 cm) de diámetro, que fue montado en Boston y transportado luego por ferrocarril hasta Flagstaff.

Percival Lowell en su telescopio de 24 pulgadas

Lowell estaba muy interesado en estudiar Marte y fue un gran defensor de los “canales” marcianos, que atribuyó a seres inteligentes que habitaban el planeta. Cuando esta idea decayó se dedicó a buscar el noveno planeta, cosa que lograron sus sucesores. Lamentablemente Plutón, el nuevo planeta ha sido recientemente «degradado» a «planetoide» por ser muy pequeño y rarito.

Cruce de carreteras a la salida de Flagstaff

Seligman, Arizona. Un museo kitsch al aire libre

Seligman estuvo en la Ruta 66 original de EE. UU. desde 1926 hasta 1978. En 1987, recibió el nombre de «Cuna de la Ruta 66 Histórica» pues sus residentes, fueron quienes convencieron al Estado de Arizona para que declarara la Ruta 66 una carretera histórica.

En Seligman abandonamos la I-40 para seguir por la R66 histórica hasta Truxton

Otro sitio pintoresco es Truxton, uno de los últimos pueblos de Arizona en la R66, aunque ahora prácticamente deshabitado, pues en 2010 solo tenía 104 habitantes. En la carretera original era un lugar de mucha vida y parada obligada. Son famosas la estación de servicio (foto) y el motel Frontier, que estaba servido, en su día, por una mujer y sus dos hijas y cuyos desayunos eran famosos. En 2005 la madre ya había muerto y las hijas rondaban los 80 años, pero seguían dando desayunos, y nos sirvieron un par de huevos fritos con beicon y patatas aunque ya eran las 2 de la tarde, sin hacerse de rogar. Allí coincidimos con un grupo de turistas alemanes que hacían la ruta en sentido inverso, es decir empezando por Los Ángeles. Iban en grandes motos y disfrazados de Easy Rider con pañuelos en la cabeza y todo. Lo que no casaba mucho con ese atuendo, es que estaban a uvas en el valor y aspecto de las monedas más corrientes, pues estaban preguntando a las dueñas (y no creo que fuese por ligar) qué diferencia había entre un “nickel” (5 centavos de níquel) y un “dime” (10 centavos de plata).

Desde Truxton, la R66 vuelve a la I-40, pero nosotros la abandonamos para tomar la 93 hacia Las Vegas.

La presa Hoover en el Colorado

La presa Hoover (foto) sobre el río Colorado, se terminó en 1936. Está situada en la frontera entre Nevada y Arizona, y, como comentamos al comienzo de esta entrada, resultó decisiva para el desarrollo agrícola y urbano del suroeste de EE. UU., pues permitió regular el caudal del río Colorado, evitando inundaciones, proporcionar regadío y suministro de agua para el sur de California y generar electricidad para ciudades como Las Vegas, Phoenix y Los Ángeles.

La presa Hoover fue la presa de hormigón más grande del mundo cuando se construyó, y superaba con mucho a cualquier obra anterior en altura, volumen de hormigón y potencia hidroeléctrica instalada. Los números son espectaculares para la época:

– Altura: 221 m

– Volumen de hormigón: 2,6 millones m³

– Capacidad del embalse (Lago Mead): 35 km³

– Potencia hidroeléctrica: 2.000 MW

Las Vegas está prácticamente al lado de la presa. Merece la pena verla una vez en la vida, pues es el equivalente moderno de la denostada Babilonia bíblica, sin duda. Llegamos ya un poco tarde y nos alojamos en el Hotel Tropicana, pegando al aeropuerto, que se encuentra entre casas, en medio de la ciudad. Todavía nos quedó un poco de tiempo para dar un paseo por el “Strip”, la franja sur del Bulevar de Las Vegas donde se amontonan los grandes hoteles y casinos, como el Bellagio, Caesars Palace, Flamingo, Venetian, Treasure Island, etc. Según la Wikipedia, el Strip cuenta con 18 de los 25 hoteles más grandes del mundo.

Para no ser menos, jugamos (y perdimos) un dólar echando 4 monedas de 25 centavos (quarter) en una tragaperras y nos fuimos al hotel a dormir.

Os dejo con unas fotos de Las Vegas, sin más comentarios. ¡No hacen falta!

Un atractivo “menú” a la entrada de Las Vegas

El Strip al atardecer con algunos hoteles-casino emblemáticos: New York, MGM, Paris, … etc.

El Bellagio con su estanque y el Caesars Palace al fondo

Góndolas en el “canal” del Hotel Venecia con el Harrash al fondo

El Flamingo, un clásico desde el comienzo de Las Vegas

Tráfico nocturno en el “Strip”

La cama “panorámica” del Tropicana

El aeropuerto de la Vegas (en plena ciudad), desde la ventana del Tropicana (a la mañana siguiente)


[1] Transporte intermodal, es el que se realiza en contenedores que cambian el medio de transporte según las rutas (barco, tren, camión)

[2] Manifiesto: Tren formado por vagones mixtos (vagones caja, vagones cisterna, vagones piggyback, etc.).

Granel: Tren compuesto por un único producto a granel (excepto carbón) y un tipo de vagón. Entre los productos a granel se incluyen granos, carbonato sódico y minerales.

[3] Piggyback: transportar remolques de camión cargados con mercancías en vagones de ferrocarril

Publicado por Manu Barandiaran

Profesor emérito de la Universidad de País Vasco

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