Memorias de la Route 66: 11 (El Gran Cañón)

Aunque Flagstaff tiene algunas curiosidades que merecen comentarse, las dejamos para otra entrada, pues la etapa de hoy la dedicaré en exclusiva a una formación geológica excepcional: el gran cañón del Colorado. Después de pernoctar, pues realmente dormir dormimos poco (ya explicaré la causa al hablar de Flagstaff), el viernes 5 de agosto salimos de Flastaff temprano por la I-40 (R66) hasta Williams, a unas 30 millas al oeste, donde abandonamos la Interestatal y subimos por la AZ-64 hasta el Parque Nacional del Gran Cañón (Grand Canyon National Park), que es uno de los más antiguos de USA. En 2005 había que aparcar el coche en el Village, centro de la entrada sur al parque, y usar un autobús para recorrer la orilla sur del cañón a lo largo de la que que hacía muchas paradas. En 1994, cuando lo visité por primera vez, se podía llegar en coche hasta el mismo borde del cañón. Allí asistimos a un suceso peculiar. Cuando estábamos admirando el paisaje, aparcó un autobús de un grupo de visitantes que empezaron a bajar del mismo con una bolsa de papel de estarza, de esas que usan los americanos en el supermercado, y todos agarrados de la mano para no perderse ni caerse. El guía los alineó en la barandilla que daba al cañón y, a su orden, todos se quitaron la bolsa y se sorprendieron de la espectacular vista. Los ¡oh!’es y ¡ah!’es se sucedían. No llegué a ver lágrimas de emoción, pero eso porque soy discreto y aparté la mirada para no intimidarles. Seguro que las hubo.

Si volviéramos al cañón seguro que ya hay que reservar cita por internet para entrar en el parque. Por eso, en parte, no creo que vuelva.

El Gran Cañón es una garganta del río Colorado y alguno de sus afluentes, que mide más de 450 km de largo y cuya anchura varía entre 5,5 km y 30 km. Sus bordes están a unos 2.300-2.500 m de altitud y su profundidad media es de 1.300 m, pero alcanza los 1.800 m en algunas partes. No es ni el más grande ni el más profundo de los grandes cañones del mundo, pero si muy extenso, pues tiene una superficie de más de 4.900 km², es decir, más del doble que la provincia de Vizcaya, que solamente tiene 2.217 km².  (figura 1).

1- Mapa topográfico del Gran Cañón (de la biblioteca del congreso USA)

Ha estado habitado durante siglos, por pueblos indígenas, que tenían asentamientos en el cañón y en cuevas cercanas. Los indios pueblo, que hemos mencionado en otras entradas, lo consideraban un lugar sagrado. El primer europeo que lo visitó fue el español García López de Cárdenas, un miembro de la expedición de Francisco Vázquez de Coronado, quien llegó al cañón en 1540. La primera expedición científica que lo exploró, estaba mandada por el comandante John Wesley Powell, del ejército de los Estados Unidos, en 1869.

Dado su tamaño, no sé si se podrá ver desde la Luna (como dicen de la gran muralla china) pero si que se ve muy bien desde la estación espacial internacional (figura 2)

Figura 2- El gran cañón visto desde la Estación Espacial Internacional (Wikipedia)

Desde la propia Tierra, las vistas desde los bordes son probablemente de las más espectaculares de todo el planeta, y muestran con gran claridad los estratos geológicos tallados por el río en los últimos 6 millones de años.

El Gran Cañón contiene rocas muy antiguas, pues las del fondo de las gargantas llegan a 1.700 millones de años. Se distinguen unas 40 capas o estratos diferentes de rocas. Las principales se muestran en la figura 3, y se agrupan en conjuntos bien definidos, como el Grupo Supai o el Tonto y el Supergrupo del Gran cañón. Las capas superiores perfectamente horizontales, se extienden hasta profundidades de 1.300-1.500 m y se asientan en un zócalo formado hace 1.600 – 1.800 millones de años. Las rocas más antiguas a la vista, de unos 1.700 millones de años, asoman en distintos lugares en el fondo del barranco por donde circula ahora el rio Colorado

Figura 3- Corte simplificado de los estratos del Gran Cañón

Os dejo con algunas fotos, casi todas las que sacamos que se ven bien. Creo que sobran los comentarios, aunque no hacen justicia a la realidad. Hay que verlo en directo, y con buen tiempo. Nosotros tuvimos bastante suerte, pero la visibilidad no era del 100%, pues había cierta calima, como se aprecia en las fotos.

Después de la visita, salimos por el “dessert view” y volvimos a cenar y dormir a Flagstaff.

La próxima entrada la dedicaremos a Flagstaff, sus trenes y el observatorio Lowell. Hasta pronto.

Publicado por Manu Barandiaran

Profesor emérito de la Universidad de País Vasco

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