Trump quiere hacer caja cuanto antes y resucita la política del garrote

Es muy pretencioso el dar una explicación sencilla a un problema complicado, como puede ser la actitud de Trump y el nuevo orden mundial. Sin embargo, no estoy seguro de que la mente del nuevo presidente de USA tenga una complejidad excesiva, por lo que voy a aventurar una hipótesis muy simple para encuadrar sus arrebatos (y los de su mano derecha, Musk, su vicepresidente, Vance, su Secretario de Estado, Rubio, y demás adláteres). Trump tiene prisa por hacer caja, pues ha prometido que América va a ser grande de nuevo y eso significa todos los americanos van a ser felices y ricos (por eso le han votado). No estoy muy seguro de que vayan a serlo todos, me temo que no, pero los grandes tecno-oligarcas si que lo van a ser (y otros oligarcas de menor cuantía también), por eso se han apresurado a apoyarle y la bolsa sube como la espuma, incluso en España.

Para hacer caja rápidamente, Trump ha decidido poner unos aranceles desorbitados a cualquiera que quiera vender algo en USA, comprarse Groenlandia, quedarse con Canadá (a este le ofrece entrar como el estado nº 51, pues no debe tener efectivo suficiente para comprarlo entero), echar a los palestinos y edificar unos “resorts” en Gaza (que incrementarían directamente su emporio personal, con estatua dorada de sí mismo y todo), «recuperar» el Canal de Panamá y cobrar una pasta a todo el mundo que quiera usarlo (y en especial a China), y también, quedarse con todo lo que tiene Ucrania de materiales críticos o de cualquier otra cosa, como pago por las armas que le ha dado (su predecesor Biden) hasta ahora. Lógicamente, para hacer caja no es bueno estar metido en ninguna guerra, y la mejor forma de acabar una guerra es apoyar al más fuerte, que en el caso de Ucrania es Rusia (y en Oriente Próximo, Israel) y amenazar con “desatar un infierno” si no se deponen las armas inmediatamente.

La situación me recuerda la entente Hitler-Stalin para repartirse Polonia, tras la política europea de “apaciguamiento” frente a la anexión de Austria y los Sudetes por parte de Hitler. Lo que aquello trajo fue la II Guerra Mundial…

Europa, tanto la UE como Gran Bretaña, que ahora van por separado, pero se encuentran en el mismo “bando perdedor” no se lo pueden creer. USA ha sido un aliado fiel de Europa, tanto contra sí misma (I y II guerras mundiales) como contra la Unión soviética (guerra fría) y ahora su presidente dice que la Unión Europea es un invento para “joder” (to screw) a USA. Pero no siempre ha sido USA un aliado incondicional de Europa, ni mucho menos. Estados Unidos y Europa tenían pocas cosas en común en el siglo XIX y comienzos del XX.

Este giro en la actitud de USA, pues, no es nuevo. Trump está resucitando simplemente la “política del garrote”, un corolario de la doctrina Monroe (ver más abajo) propuesta por Theodore Roosevelt (26 presidente de los Estados Unidos) a principios del siglo XX. El nombre procede del aforismo (pretendidamente africano): «Habla suavemente y lleva un gran garrote; llegarás lejos». La diplomacia del «gran garrote» (“Big Stick”) consiste, pues, en negociar pacíficamente con otras naciones al tiempo que se las amenaza con el uso de la fuerza militar. Claro que Trump, un niño malcriado y consentido, no es capaz de “hablar suavemente” sino que, además de amenazar con el garrote, grita e insulta.

La política del garrote de Roosevelt en el caribe

Como hemos adelantado, el origen de la política del garrote es la Doctrina Monroe (5º presidente de USA), expresada por primera vez en 1823, que sostiene que cualquier intervención en los asuntos políticos de las Américas por parte de potencias extranjeras (en aquel momento solo podían ser potencias europeas) es un acto potencialmente hostil contra los Estados Unidos. Monroe afirmó que el Nuevo Mundo y el Viejo Mundo debían seguir siendo esferas de influencia claramente separadas, y los Estados Unidos no interferirían con las colonias europeas existentes ni se entrometerían en los asuntos internos de los países europeos. En palabras de Trump, se podría expresar hoy como: “¡Europeos, quitad vuestras sucias manos de América, y del resto del mundo!” pues ya los intereses de USA no se restringen a las Américas ni van a respetar los asuntos internos de nadie.

Como en aquel momento (1823) Estados Unidos carecía de una armada y un ejército creíbles, las potencias coloniales ignoraron en gran medida la doctrina Monroe. En particular con la segunda intervención francesa en México. Aprovechando la guerra civil de los Estados Unidos (1861-1865) Napoleón III, aliado con España y Reino Unido, y motivado por la suspensión de pagos de la deuda externa mexicana, inició en 1861 una guerra contra el gobierno republicano de Juárez, llegando a restablecer la monarquía, en la persona del archiduque Maximiliano, en 1864, y dando origen al Segundo Imperio Mexicano, aunque éste se derrumbó rápidamente. La ayuda de los Estados Unidos a Juárez, al acabar la guerra civil americana, y la decisión de Napoleón III de retirar el apoyo militar al régimen de Maximiliano en 1866 aceleró su caída, y el 19 de junio de 1867, Maximiliano de Habsburgo es fusilado por el presidente Benito Juárez. La camisa de Maximiliano, con los agujeros de las balas, se puede ver ahora en el palacio de Chapultepec, en Ciudad de México.

A principios del siglo XX, Estados Unidos ya tiene un buen ejército y una marina nada desdeñable y logra aplicar la doctrina Munroe, y en particular el corolario Roosevelt del garrote, con gran éxito. Ejemplos claros son la deuda de Venezuela, la segregación de panamá de Colombia para construir el canal, Cuba y Santo Domingo, etc. (ver figuras)

Otra caricatura de Roosevelt aplicando la “Doctrina Munroe” en Santo Domingo

La intención y el efecto de la doctrina Munroe, con pequeñas variaciones, pero extendiéndose ya a todo el globo terrestre y parte del espacio exterior, han persistido hasta hoy, invocada por muchos presidentes estadounidenses, como Ulysses S. Grant, Theodore Roosevelt, John F. Kennedy, Ronald Reagan, y ahora Donald Trump. No hay pues que asombrarse sino darse prisa. “Si vis pacem, para bellum”, podría ser un buen aforismo acorde con los tiempos.

Por supuesto, todo esto es demasiado simple, la realidad es mucho más compleja, como el Universo es mucho más que el Big Bang, y , cuanto más investigan, los físicos nos dicen que cada vez sabemos menos del universo. Así, los “think tanks” europeos seguirán devanándose los sesos sobre una salida consensuada a los conflictos geopolíticos mundiales, y el correcto etiquetado de los alimentos, cuando ya paguemos todos nuestro tributo (ahora llamado arancel) al emperador Trump, como pagaban los judíos el suyo a César en tiempo de JC, justo antes de ser destruido el templo de Jerusalén  y dispersada su población por el emperador Tito, que no los consideró suficientemente sumisos, aunque si tenían perfectamente catalogados los alimentos “kosher”.

Publicado por Manu Barandiaran

Profesor emérito de la Universidad de País Vasco

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