Un amigo me ha pasado un libro, bastante plúmbeo, por cierto, que relata en forma novelada la falsificación de un gran número de escritos cristianos, incluido todo el Nuevo Testamento, entre los años 303 y 313 de la era cristiana. En el relato, la idea partía de un estudioso llamado Lactancio, y en la escritura de los documentos contó con la colaboración de otro erudito llamado Eusebio. Todo el proyecto estaba patrocinado por Flavio Valerio Constantino, el futuro emperador Constantino I, que, según la historia oficial, dejó de perseguir a los cristianos, cuyo culto estaba prohibido por su oposición al politeísmo romano, y que además negaban el culto al emperador, por lo que cuestionaban su poder. En el Edicto de Milán del año 313, Constantino estableció la libertad religiosa dentro del Imperio Romano, y él mismo se convirtió al cristianismo poco antes de su muerte. Durante el siglo IV, el cristianismo se convirtió en la religión mayoritaria, y se estableció finalmente como religión oficial del imperio, con el Edicto de Tesalónica del emperador Teodosio, en el año 380. El cristianismo pasó entonces a ser la única religión permitida, y todas las demás prohibidas.

La idea de la “invención del cristianismo” es muy atrevida pero completamente insostenible, pues propugna que tanto Jesucristo, como los apóstoles, (San) Pablo, los evangelistas, los primeros cristianos, los obispos y apologetas, los padres de la Iglesia y cualquier otra mención al cristianismo, no existieron nunca antes del siglo IV, y todos los escritos del Nuevo Testamento fueron redactados por dos únicos autores, haciéndose pasar por mucho autores distintos, pero todos inventados por estos dos, en los 13 primeros años del siglo IV.
Según esto no hubo persecuciones, ni mártires; ni Nerón quemó a nadie, ni Diocleciano persiguió a nadie, porque el cristianismo no existía en esa época. Es también difícil de creer que no existiendo ningún cristiano en el 313 tuviese Constantino necesidad de dictar el Edicto de Milán para permitir la práctica de una religión inexistente.
Ya puestos, he revisado la Wikipedia y pedido ayuda a Gemini, la IA de Google, para ver qué se sabe realmente sobre el nuevo Testamento. Veamos primero quienes se supone que establecieron la doctrina cristiana “ex novo”. Según la Wikipedia, Lucio Cecilio Firmiano Lactancio (c. 245-c. 325) fue un apologista cristiano del norte de África. Escribió, entre otras cosas, un tratado en siete libros, titulado Instituciones divinas (Institutiones divinae), en que defendía la doctrina cristiana como un sistema armonioso y lógico. Sin embargo, fue criticado por los cristianos por sus creencias poco ortodoxas, y nunca fue considerado un Padre de la Iglesia, sino que sus escritos acabaron incluidos en el Índice de libros prohibidos. Por cierto, era terraplanista. Eusebio de Cesarea (c. 263 – 339), por su parte, fue obispo de Cesárea, y conocido como el padre de la historia de la Iglesia porque sus escritos están entre los primeros de la historia del cristianismo primitivo. De entrada, son dos personalidades muy distintas, uno es un “hereje” terraplanista y el otro, un obispo, y Padre de la Iglesia. Podría pasar que entre ambos inventasen un compendio de creencias y enseñanzas, y creasen un personaje ficticio que fuese Hijo del Dios hebreo, pero es difícil explicar que tanto autores, cristianos, como externos al movimiento de sus seguidores, se hayan referido a Jesucristo y sus seguidores ya en el siglo I y II, por supuesto mucho antes que lo “inventaran” Lactancio y Eusebio en el siglo IV.

Los autores “paganos” de los siglos I y II que mencionan a Jesús o los cristianos primitivos, son:
– Flavio Josefo: historiador judeo-romano del siglo I que menciona a Jesús y a su hermano Jacobo (Santiago) que fue el jefe de los cristianos de Jerusalén hasta su muerte en el año 62
– Tácito: historiador romano, que menciona a Jesús y a los cristianos en sus “Anales» (escritos alrededor del año 115 d.C.)
– Plinio el Joven: gobernador romano, que en sus cartas a Trajano (escritas alrededor del año 112 d.C.), describe las prácticas de los cristianos y solicita instrucciones sobre cómo tratarlos.
– Suetonio: (c 70 – c 126) fue un historiador y biógrafo romano durante los reinados de los emperadores Trajano y Adriano. En su obra “Vidas de los doce césares” hace referencia a los primeros cristianos y los disturbios que producían en Roma, que condujeron a su expulsión por Claudio en el año 49.
– Celso: filósofo platónico, que escribió un tratado contra el cristianismo llamado «Discurso Verdadero» alrededor del año 180 d.C. Sin embargo, el texto original del «Discurso Verdadero» no se conserva. Lo que se conserva es la refutación de Orígenes (padre de la Iglesia), titulada «Contra Celso», escrita alrededor del año 248. En ella, Orígenes cita extensamente pasajes del «Discurso Verdadero» de Celso, lo que ha permitido conocer el contenido de dicho escrito”.
Este caso es parecido al del “Anti-Dühring” libro escrito por Friedrich Engels en 1877. El filósofo y economista alemán Karl Eugen Dühring, hubiese pasado rápidamente al olvido, de no ser por Engels, que lo utilizó para justificar y defender el Materialismo histórico y dialéctico, es decir el Marxismo, aunque al menos, los escritos de Dühring si que se conservan.
De los escritos cristianos, no se conserva ningún original del Nuevo Testamento, y las copias más antiguas encontradas hasta ahora, son de los siglos II y III, como:
– El papiro Rylands (P52) es el más antiguo de los manuscritos y contiene solamente algunos versículos del capítulo 18 del Evangelio de Juan (Jn 18,31-33.37-38). Según el estudio grafológico es anterior al año 150 y suele datarse hacia el año 125-130.
– El Papiro Magdalena (Gr 17), por el Magdalen College de Oxford, donde está actualmente. Suele datarse en el año 200 y contiene parte del capítulo 26 del Evangelio según Mateo.
– Los Papiros Bodmer II, son cuatro papiros (P66, P72, P73, P74) que se conservan en la Biblioteca de Cologny, en Ginebra. Destaca el P66, encontrado en Egipto y datado hacia el año 200, que contiene catorce capítulos del Evangelio de Juan. El P75, está datado entre el año 175 y el 225, y contiene cerca de la mitad de los Evangelios de Lucas y de Juan.
De los numerosos evangelios escritos en la Antigüedad, la Iglesia solo aceptó cuatro como canónicos. Esta selección fue obra de Irineo de Lyon otro padre de la iglesia, hacia el año 185, en su obra más importante, “Contra las herejías” (Adversus haereses),
La falta de originales no ha impedido, sin embargo, datar aproximadamente los libros del Nuevo Testamento (no sin discrepancias entre los expertos) por los hechos relatados y las referencias a gobernantes o acontecimientos paralelos que se mencionan. Da la casualidad que tenía por casa la: “Guía de la Biblia: Nuevo Testamento” escrita por Isaac Asimov y editada por Plaza y Janés (1998). Esta obra no es del agrado de los académicos, pues Asimov no es historiador y parece ateo por sus comentarios, pero es más asequible a un aficionado como yo. Siguiendo a Asimov, he confeccionado este calendario de escritos del Nuevo Testamento y, acontecimientos paralelos en el Imperio romano, que os presento.

Figura: Cronología del Nuevo Testamento, según Asimov.
Una de las primeras cosas que aclara Asimov, es que Jesucristo, de acuerdo con los evangelios canónicos, no pudo haber nacido más tarde que el año 4 antes de sí mismo, luego toda su vida está desplazada al menos 4 años respecto al calendario cristiano. Otra cosa, en la que coinciden también la Wikipedia y Gemini, es que el Nuevo Testamento, estaban escritos en griego, salvo quizá el evangelio de Mateo, que pudo haber sido escrito originalmente en arameo, la lengua que hablaron Jesucristo y sus discípulos. Aunque sin duda Pablo y su compañero de predicación, Lucas, que era médico, sabían griego, no parece que todos los pretendidos autores de estos textos, apóstoles y allegados, supieran también griego, aunque esta era la “lingua franca” en aquella época, y ya los libros del Antiguo testamento habían sido traducidos al griego, en lo que se conoce como “La Biblia de los 70” o la “Septuaginta”, pues fue escrita por 72 traductores. Es, pues, posible que las cartas de Pedro, Santiago o Judas, los Hechos de los apóstoles y otros documentos, fuesen en realidad escritos por “profesionales”, al dictado, o simplemente inspirados, por los autores asignados. O que fuesen traducidos rápidamente para poder extender dichos escritos por el mundo y en especial por las colonias judías en otras ciudades donde se predicó desde el comienzo. Poco se sabe sobre esto. Estudios recientes indican que hay varios escritos del Nuevo Testamento cuya autoría es dudosa. Algunos de los más importantes son las cartas de Pablo: a los Tesalonicenses 2, a Timoteo 1 y 2, y a Tito, así como la carta a los Hebreos, la Epístola de Santiago y la carta a Judas. Además, se considera que el evangelio de Marcos se basó en una fuente oral más antigua, llamada Q, por quelle = fuente, en alemán.
Por fin, lo curioso de los Evangelios es que ninguno de sus autores conoció personalmente a Jesucristo, salvo que Juan el evangelista fuese también Juan el apóstol, cosa dudosa, y que todos fueron escritos al menos 40 años después de su muerte. Con tantos huecos e interrogantes, no hay duda de que se puede elucubrar bastante en un sentido u otro, pero no me casa que semejante estructura fuese un invento de dos personas, llevado a cabo 300 años después de los hechos que relatan.